Miuguen, página 3

Se levantó, pasó entre las estatuas, y subió las escaleras a saltos, por lo que llegó muy rápido a la Guarida (¡Otro déjá vu!). Una vez allí, intentó abrir la puerta de una patada, pero Sekhmet la había preparado para evitar que Shao Kahn la rompiera a martillazos. No se hizo daño, pero un intenso dolor sacudió su sistema nervioso.
– ¡Gizzo Fyital! -maldijo. Pero su dolor mereció la pena: La puerta se abrió. No por encantamiento, sino porque Clara quería saber quién era el animal.
– ¡Lobo…! ¡Has ganado la apuesta, Sek! – Clara pensó que había sido Dan mientras practicaba Saikyo -. ¿Qué quieres? ¿No sabes llamar a la puerta?
– ¡El elfo! ¡Quiero al rajado elfo! – gritó Lobo.
Clara se quedó de piedra, y se giró hacia Draug.
– ¡Eeer…! ¡Draug, creo que te ha salido un pretendiente!
– ¡Te lo tengo dicho ya, ídolo de los macrofílicos! – a Clara se le encendieron los ojos -. ¡No soy gay!
– ¡Y yo tampoco! – declaró Lobo, entrando -. ¡Tengo que hablar contigo sobre unos vídeos en el Tubo!
– ¿Otro? Los vídeos son de Charlie, que usa mi nombre como nick en el internet. Y ahora, si me disculpas, tengo que seguir investigando cómo volver a Daron… ¡Digo yo! – Draug se marchó solemne, y Lobo se quedó con Sek, Clara y Yaiba.
– ¿De qué vídeos hablas, Lobo? – preguntó Sek.
– ¡De unos que vuestro amigo ha colgado de mí! ¡Cuando lo pille, lo machaco!
– Veamos – comentó Clara, y se acercó al ordenador – You Tube… Draug… ¡Vaya, hay resultados! Veamos… ¡Anda, aquí aparece Arina, qué gracia…!

Todos vieron el vídeo, y empezaron a reírse con las monerías de Arina, ¡digo Harina! ¡No, Arina ya está bien! Hasta a Lobo se le pasó el cabreo, y empezó a partirse el culo mientras compadreaba con los demás. La mayoría de vídeos desfilaron ante sus ojos, y al acabar, necesitaron hacer ejercicio para recuperarse.
– ¡Y pensar la cantidad de veces que habré visto a Oume quitándose la dentadura! – comentó Yaiba -. ¡Qué peligro! – y volvió a reírse.
– Parece que ya se te ha pasado el cabreo, Lobo – dijo Sek secándose las lágrimas.
– ¡Bueno, es que mola cuando es otro!
– Mal de muchos…-insinuó Clara.
– ¡Bueno, creo que me voy, muchachos! – anunció Lobo, y todos pudieron respirar.
Una vez fuera, Lobo pensó que no era una mala idea comunicar a los demás la existencia de los vídeos. Para ello, como pensó que casi todo el mundo tendría puertas “anti-Shao Kahn”, decidió escribir notas e introducirlas en los pisos de los desconocedores actores.
– ¡Hale, ahora a esperar que empiece la fiesta! – y siguió fumando mientras reía malvadamente.

En los pisos de los implicados, empezaron a oírse maldiciones en japonés, cantonés, americano (¿?) y mortalkombatés, es decir, “¡Mortal Kombat!”.
– ¡Reunión de la comunidad de vecinos, inmediatamente! – exigió Shao Kahn.
– ¿Qué reunión, ni qué pascuas? – gritó Oume-. ¡Al piso de ese descarado, ahora mismo!
– ¡Ahí, ahí! – exigió Arina.
– Yo me apunto, que así tengo una excusa para ver a Clara – les dijo Lucas.
– Lucas… francamente, me parece que no está bien – dijo Arina.
– ¡Estoy emocionado! – gritó Dan -. ¡Al fin alguien reconoce que mis habilidades de Saikyo son dignas para incluirme en un All-Stars!
– ¡Pues yo estoy que echo humo! – gritó aún más Sail… ¡No, Makoto Kino! -. ¡Al menos, podría haberme dado otro traje, diantre!
– A mí no me importa tanto, ¡mientras pague mis derechos de imagen, por supuesto! – declaró Wade.
– Entonces, ¿por qué maldecíais? – les preguntó Lucas a Wade y a Dan.
– ¡Hombre, nos ha asombrado! ¿A ti no? – le preguntó Wade.
– Es que yo soy de los que se quedan con la boca abierta – reconoció Lucas.
Todos vieron a Lobo en el rellano, fumando mordazmente su purito.
– ¿Sabías algo de esto? – le preguntó Shao Kahn.
– ¡No, Kahn! He salido para disfrutar del airecillo que entra de la puerta, ¡no te digo! ¡Pues claro que lo sé, como que he repartido las rajadas notas! ¡Sólo es que quiero disfrutar un poco, hombre!
– ¿No te importa? – dijo Arina.
– Sí, pero después se me pasó con vuestras “actuaciones” – todos lo fulminaron con la mirada -. Bueno, sugiero presentarnos allí y esperar al muchacho.
– ¿Esperarlo? ¿Ya has estado allí? – preguntó Oume.
– Sí, y no está… Habrá que esperar…
– Mejor, así podré estar con Clara más tiempo – y no hace falta decir quién lo comentó.
Llamaron a la puerta, y les abrió el elfo.
– ¿¡Cómo que no estaba!? – dijo Shao Kahn -. ¡Aquí está! ¡Mortal…!
– Espera, Kahn, que no ha sido este, ha sido el otro, el rubio. El tal Charlie – le explicó Lobo.
– Pero en el vídeo se leía Draug…
– Es su nick
Mientras Shao Kahn reflexionaba sobre el significado de ello, Draug les inquirió por su visita.
– ¿Qué hacéis aquí?
– ¡Queremos que Charlie nos explique varias cosas! – dijo Harina, (¡Ahora sí!), ¡digo Arina!
Todos estuvieron de acuerdo. Draug comprendió.
– Los vídeos… Sí, pasad.
Todos entraron, y debido a la reducción de espacio, Sek se sintió entonces incómoda mientras le explicaba a Clara las tonterías de Lady Leviatán, y la imitaba.
– “¡Yo soy una Diosa…!” – decía Sek cuando vio a toda la peña que entraba en su hogar.
– ¡Jajaja, qué bueno! – reía Clara -. ¿Eh? ¿Y estos a qué han venido?
– A nada – dijo Lobo -. Sólo a hablar con Charlie sobre sus vídeos.
– ¡Oh, sentaos, sentaos…! – dijo con sorna Sek, y la frase de Lucas la interrumpió.
-¡Hola, Clara! – dijo con voz ridículamente melosa. Un gólem hecho de azúcar habría resultado menos empalagoso.
– ¡Lucas, déjame que no quiero ponerme de mala uva!
Oume ignoró a los jovenzuelos, y se dirigió a Sek.
– ¿Tardará mucho en llegar ese pánfilo?
– Pues sí, tardará…
– ¿Como cuánto?
– Como un mes.
Todos se quedaron asombrados.
– Está en Suecia estudiando, ¿no lo sabíais? – contó Draug.
– Yo… yo no lo sabía – reconoció Wade Wilson.
– Yo, de hecho, pensaba que había cumplido al pie de la letra ese comentario que le dediqué en su día, ese de “¡¿Cuándo te he dado a ti permiso para existir?!”. Hasta ahora, ¡claro! – declaró Lobo.
– Es que es muy discreto si lo comparamos con la mayor parte de vosotros – comentó Arina.
– ¡Muy sosaina! – clamó Oume.
– ¡Oh, y yo que quería agradecerle su amabilidad! – lamentó Dan.

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